Los embriones artificiales, también llamados embrioides, modelos embrionarios o blastoides, son aglomerados celulares obtenidos a partir de células madre que reflejan en cierta medida algunas estructuras y funciones de los embriones, con el objetivo de poder estudiar esta intrigante y compleja etapa de nuestro desarrollo sin tener que recurrir al uso de embriones humanos, evitando así los impedimentos éticos y legales de estas investigaciones.
Hace poco más de un año se publicaba en la prestigiosa revista científica Nature la producción de un embrión artificial a partir de células madre humanas que era capaz de implantarse en una especie de útero también artificial.
El objetivo de la investigación era generar un modelo de embrión artificial con el que estudiar el complejo fenómeno de la implantación, momento en el que el embrión anida en el útero materno, ya que numerosos casos de abortos espontáneos se relacionan con la incapacidad de algunos embriones para implantarse con éxito.
Estos embriones artificiales se han denominado blastoides, en referencia al blastocisto, que es el embrión en la etapa en que ocurre la implantación uterina. Para generarlos se utilizaron células madre humanas de distintos tipos, incluyendo células madre embrionarias y células pluripotentes inducidas (las cuales se obtienen reprogramando células adultas a un estado de desarrollo semejante al embrionario). Con ambos tipos se consiguieron estructuras similares con una eficiencia comparablemente alta, según concluyen los autores de la investigación. Posteriormente, estos embriones artificiales se pusieron en contacto con una especie de útero artificial, que consistía en un conjunto de células del endometrio que recubre el interior del útero. Los investigadores comprobaron que al añadir estrógenos y progesterona en la misma cantidad que se produce durante el embarazo, los blastoides se enganchaban a las células endometriales, simulando la implantación. Los investigadores esperan que este modelo artificial embrión-útero permitirá estudiar el fenómeno de la implantación en mayor profundidad, permitiendo conocer mejor las causas de los abortos espontáneos.
Desde la bioética, estas investigaciones plantean ventajas y desventajas. Por un lado, la posibilidad de estudiar el desarrollo embrionario y el inicio de la gestación sin tener que utilizar embriones reales, gracias a los modelos embrionarios artificiales, es muy positiva. Además, el conocimiento generado en estas investigaciones podría llevar al desarrollo de tratamientos para evitar los abortos espontáneos de repetición.
Sin embargo, los estudios con estos modelos embrionarios artificiales, también plantean algunas cuestiones bioéticas que es necesario resolver. Por un lado, en algunos casos los embrioides se obtienen a partir de células madre embrionarias, las cuales en un primer momento se han obtenido de embriones humanos que se destruyen en el proceso. Así mismo, en los estudios suelen incluirse embriones humanos como control, para comparar los resultados obtenidos con los modelos embrioides y con embriones reales. Ante el primer problema, el fomento del uso de las células madre pluripotentes inducidas, que no requieren del uso y destrucción de embriones, parece la solución más óptima. En cuanto al segundo, para comparar los resultados sería posible utilizar los datos que ya se tienen de otras investigaciones, siempre que no se puedan obtener por otro medio más conveniente, pero en ningún caso se justifica utilizar embriones humanos como material de investigación. No obstante los investigadores no parecen plantearse esta posibilidad, puesto que afirman en su trabajo que “los blastoides representan una oportunidad ética para complementar la investigación con embriones” no para sustituirla por completo. Por otro lado, de la misma manera que estos estudios abren la puerta al desarrollo de terapias frente a la infertilidad, lo hacen también a la posibilidad de generar nuevos anticonceptivos y métodos abortivos. Finalmente, el desarrollo cada vez mayor de estos embrioides supone que cada vez son modelos embrionarios más complejos y fieles a la estructura y fisiología de los embriones reales. Esto hoy por hoy es una ventaja, pero existe el riesgo de que llegue un momento en el que los modelos sean tan perfectos que constituyan un verdadero embrión, lo que supondría la generación artificial de la vida. Además, esto implicaría el mismo problema que la investigación con embriones actual, el desprecio a la dignidad humana y la destrucción de seres humanos en su etapa embrionaria, con un agravante añadido, puesto que los embriones generados serían clones de las personas donantes de las células madre.
Nicolas Rivron, director de la investigación que comentamos señala que nunca debería intentarse implantar un embrioide en una mujer para dar lugar al nacimiento de un bebé “y añade que probablemente no tendría éxito. Su equipo lleva años intentando implantar un pseudo-embrión de ratón en el útero de una ratona. En ninguna ocasión consiguieron generar ratones recién nacidos. “Con toda probabilidad” tampoco funcionaría en humanos, resalta.”
(Fuente: AGABI) |