Con respecto a la eutanasia, el escritor francés afirma en su escrito que “supone una ruptura antropológica sin precedentes†y una “cuestión de vida o muerteâ€, por lo que con su peculiar forma de expresarse explica por qué se opone ferozmente a ella.
Pero empezando por el final de su artÃculo, es importante destacar que un personaje como Houellebecq afirme de manera tan contundente lo siguiente: “Aquà tendré que ser muy explÃcito: cuando un paÃs -una sociedad, una civilización – llega a legalizar la eutanasia, pierde a mis ojos todo derecho al respeto. Por tanto, no sólo resulta legÃtimo, sino deseable, destruirlo; para que algo más, otro paÃs, otra sociedad, otra civilización, tenga la oportunidad de acontecerâ€.
Para hacer ver su argumentación este escritor hace tres breves proposiciones para introducir su oposición a la eutanasia.
En primer lugar recuerda que “nadie quiere morir. Generalmente preferimos una vida disminuida a ninguna vida; porque todavÃa quedan pequeñas alegrÃas. ¿No es la vida, casi por definición, un proceso de disminución de todos modos? ¿Y hay alegrÃas además de las pequeñas alegrÃas?â€.
Su segunda proposición es que “nadie quiere sufrir, es decir, sufrir fÃsicamenteâ€. Este intelectual agnóstico afirma que “el sufrimiento moral tiene sus encantos, incluso podemos convertirlo en un material estético (y yo no me he privado de ello). El sufrimiento fÃsico no es más que un puro infierno, carente de interés y significado, del que no se puede aprender ninguna lecciónâ€.
Pero esto va unido a su tercera proposición, “la más importanteâ€, y es que se puede eliminar el sufrimiento. Y para ello habla por ejemplo del descubrimiento de la morfina. No habla, sin embargo, de la importancia vital de los cuidados paliativos a la hora de reducir el terrible sufrimiento y de los dolores de los enfermos terminales.
Sin embargo, donde querÃa llegar Houllebecq era al hecho de que al omitir estas tres proposiciones y que la ciudadanÃa no las conozca se pueden entender las encuestas a favor de la eutanasia, donde supuestamente una abrumadora mayorÃa se muestra favorable.
“El 96% de las personas entiende que se les hace esta pregunta: ‘¿preferirÃas que te ayudaran a morir o pasar el resto de tu vida en un sufrimiento terrible?’â€, explica.
Por ello, Michel Houellebecq señala que “los partidarios de la eutanasia se llenan la boca con palabras cuya significación tergiversan hasta tal punto que ni siquiera deberÃan tener derecho a pronunciarlas. En el caso de la ‘compasión’, el engaño es evidente. En lo que respecta a la ‘dignidad’, es más insidioso. Nos hemos apartado claramente de la definición kantiana de dignidad, sustituyendo poco a poco el ser moral por el ser fÃsico (negando incluso el concepto de ‘ser moral’) y sustituyendo la capacidad, especÃficamente humana, de actuar en obediencia al imperativo categórico, por el concepto, más animal y más plano, de estado de salud, que se ha convertido en una especie de condición de posibilidad para la dignidad humana y ha terminado por representar su único significado auténticoâ€.
En su opinión, una de las tretas más comunes para defender la eutanasia en Francia, aunque también es válido para el caso español o de otro estado es que va “atrasado†con respecto a otros paÃses. “Buscando los paÃses en relación con los que Francia estarÃa ‘detrás’, sólo se encuentran Bélgica, Holanda y Luxemburgo; realmente no estoy impresionadoâ€, asegura.
Prosiguiendo con su argumentación, Houellebecq explica que la exposición de motivos de la ley francesa está llena de citas de Anne Bert, una escritora francesa que fue a Bélgica para que le practicaran la eutanasia, lo que a él le ha “despertado sospechasâ€.
“Cuando ella afirma: ‘No, la eutanasia no es eugenesia’; es evidente, sin embargo, que sus partidarios, desde el ‘divino’ Platón hasta los nazis, son exactamente los mismos. Del mismo modo, cuando continúa: ‘No, la ley belga sobre la eutanasia no ha fomentado el expolio de herencias’; confieso que no habÃa pensado en ello, pero ahora que lo menciona…â€, afirma el escritor.
Pero también argumentaba Anne Bert que “la eutanasia no es una solución de orden económicoâ€. Sin embargo, hay indudablemente ciertos argumentos sórdidos que sólo encontramos entre los ‘economistas’, si es que el término tiene algún significadoâ€. Fue Jacques Attali quien insistió mucho, en un viejo libro, en el coste que supone para la colectividad mantener vivos a los ancianosâ€.
Por último, Michel Houellebecq afirma que “quedan los médicosâ€, de los que confiesa que no tenÃa muchas esperanzas “porque nos los conocÃa bienâ€. Pero es “innegable –añade- que algunos de ellos se resisten, se niegan obstinadamente a matar a sus pacientes, y podrÃan seguir siendo la última barrera. No sé de dónde sacan esa valentÃa, quizá sea el respeto al juramento hipocrático: ‘No daré veneno a nadie, aunque me lo pidan, ni sugeriré tal uso’. Es posible; debe haber sido un momento importante en sus vidas, el pronunciamiento público de este juramento. En cualquier caso, es una bonita pelea, aunque uno tenga la impresión de que es una pelea ‘por el honor’. No es precisamente nada, el honor de una civilización; pero es algo más lo que está en juego, a nivel antropológico es una cuestión de vida o muerteâ€.
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