La gran laguna que tenemos en España no es la eutanasia. Lo urgente es atender bien a los enfermos. Las peticiones de eutanasia, más que una victoria de la autonomÃa del paciente, no serÃan sino un fracaso de la solidaridad socio-familiar y de los cuidados.
23/06/2018 |
El suicidio es uno de los grandes quebrantos de la salud en el mundo, la décima causa de muerte. Lo normal es que se deba a trastornos psiquiátricos, de adicciones o desesperaciones vitales. Lógicamente, salvo en algún paÃs y en épocas pasadas, suicidarse no es delito, pero sà está penado el incitar, aconsejar o auxiliar al suicida. Y algunas legislaciones permiten el uso de “tanta fuerza como sea necesaria†para evitar que alguien se suicide.
Aunque alentado y justificado en algunas civilizaciones y periodos históricos, por lo general se ha ocultado al considerarlo desde acto de cobardÃa a ataque de locura, y muchas veces, un fracaso familiar, social o clÃnico por no haber anticipado la desesperación de esa persona o brindado apoyo o asistencia.
De ahà la polémica que ahora revive tras el acuerdo del Congreso para debatir una proposición de ley del Parlamento catalán para despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido. En los intentos previos siempre se explicó que no era un asunto urgente. Tampoco ahora lo es, teniendo en cuenta la situación del paÃs y los contados casos que reclaman la eutanasia. Una cosa es que haya 60.000 españoles al año que mueran con dolor, la sexta parte de los que mueren; otra muy distinta, que todos pidan la eutanasia. Como dijo la semana pasada Marcos Gómez Sancho, coordinador del Observatorio de Atención al Final de la Vida de la Organización Médica Colegial, “la gran laguna que tenemos en España no es la eutanasia. Lo urgente es atender bien a los enfermosâ€.
Y como recordó SerafÃn Romero, presidente de la OMC, la eutanasia no es un “problema médicoâ€, va “totalmente en contra†de la labor médica, y no se hablarÃa de ella si se aprobara la ley de atención al final de la vida, que se tramita en el Congreso y en la que se garantiza que las personas van a morir en las mejores condiciones posibles.
El apoyo social que parece recibir, más de los sanos que de las asociaciones de pacientes o discapacitados, mezcla términos y situaciones, muchas veces no fáciles de discernir, como encarnizamiento, dolor insoportable, suicidio asistido y sedación paliativa. No hay que olvidar que en ocasiones una misma medida puede curar o ser desproporcionada.
Las peticiones de eutanasia, más que una victoria de la autonomÃa del paciente, no serÃan sino un fracaso de la solidaridad socio-familiar y de los cuidados oportunos. (Editorial. Diario Médico 1/20-V-2018)
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