Sus expertos han trazado estas 13 prioridades urgentes para esta década.
1. Llevar la salud al debate sobre el cambio climático
Sin tapujos, la OMS explica que la crisis climática es una crisis de salud. La polución del aire se estima que mata a 7 millones de personas al año mientras que el cambio climático causa fenómenos climáticos extremos que exacerban los problemas de desnutrición y alimentan la rápida expansión de enfermedades infecciosas como la malaria. Además, las mismas emisiones que causan el calentamiento global son responsables también de más de un cuarto de las muertes por infarto, ictus, cáncer de pulmón y EPOC. Por ello, concluye la OMS, “los líderes, tanto del sector público como del privado, deben trabajar juntos para limpiar el aire y evitar el impacto sobre la salud del cambio climático”.
Para afrontar este reto, la OMS dice haber conseguido ya que 80 ciudades de más de 50 países se comprometan con las guías de calidad y reducción de la polución que ha elaborado la OMS y este año, además el organismo mundial elaborará una lista de posibles políticas a adoptar por los países para reducir el impacto sobre la salud de la polución.
2. Garantizar la sanidad en situaciones de conflicto o crisis
En 2019 la mayor parte de los brotes epidémicos que precisan una alta respuesta de la OMS se produjo en países que se encuentran inmersos en largos conflictos. Además se ha visto -explica la OMS- una continuación de la tendencia a situar las instalaciones sanitarias y los trabajadores sanitarios como objetivo en estos conflictos, produciéndose hasta 978 ataques sobre sanitarios en 11 países y casi 200 muertes por esta razón. A estos ataques directos sobre los trabajadores sanitarios hay que añadir las personas que se quedan sin cobertura sanitaria a veces durante años como consecuencia de los conflictos bélicos.
La OMS dice haber respondido el pasado año a 58 situaciones de emergencia en 50 países el pasado año y reforzado los sistemas sanitarios de países en riesgo, pero recuerda que fortalecer la sanidad es sólo una parte de una ecuación en la que es imprescindible encontrar soluciones políticas para los largos conflictos armados y proteger a los trabajadores sanitarios de los ataques.
3.Conseguir una sanidad más justa
El tercer reto sanitario que plantea la OMS vuelve a dejar en evidencia que la salud no sólo depende de la sanidad. El crecimiento sostenido de las desigualdades socioeconómicas están generando cada vez mayores desigualdades en la salud de la población. No sólo hay 18 años de diferencia en la esperanza de vida entre la población de los países más ricos y la de los más pobres, sino que esta desigualdad se ve incluso dentro de un mismo país o una misma ciudad.
Mientras tanto, el crecimiento global de las enfermedades no transmisibles, como el cáncer, la EPOC o la diabetes, está afectando de forma desproporcionada a los países de rentas más modestas.
Para resolver esta cuestión, la OMS pide a los países dedicar un 1% o más de su PIB a cuidados sanitarios de atención primaria y mejorar con ello el acceso a servicios sanitarios de calidad cerca de cada hogar.
4. Mejorar el acceso a los medicamentos
La OMS estima que un tercio de la población mundial no tiene acceso a medicamentos, vacunas, herramientas diagnósticas y otros productos sanitarios esenciales. Esta falta de acceso amenaza la vida de muchas personas y puede incentivar las resistencias a medicamentos. Los medicamentos se han convertido ya, según la OMS, en la segunda partida de mayor gasto de los sistemas sanitarios tras el coste de personal y en el mayor componente del gasto sanitario privado en los países de bajas y medias rentas.
Por ello, el organismo internacional, afirma que este año pondrá el foco en las áreas prioritarias para un acceso global, la lucha contra los medicamentos falsificados o de baja calidad y la garantía de acceso a métodos diagnósticos y tratamientos de enfermedades no transmisibles en países de bajos ingresos, incluida la diabetes.
5. Freno a las enfermedades infecciosas
Los retos de esta década incluyen poner freno a las enfermedades infecciosas, como el VIH, la tuberculosis, la hepatitis, la malaria o las enfermedades de transmisión sexual que se estima que matarán este año a 4 millones de personas, la mayoría de ellas pobres. A esto hay que sumar que las enfermedades prevenibles con vacunas siguen matando, como el sarampión, que se cobró 140.000 vidas en 2019, la mayoría de ellas de niños. Algunas como la polio que rozaban la erradicación han experimentado más de 100 casos el pasado año. Todo ello puede atribuirse según la OMS tanto a los insuficientes niveles de financiación y debilidad de los sistemas sanitarios de algunos países pobre como la falta de compromiso de los países más ricos.
Por ello, la OMS avisa sin medias tintas que es urgente una acción política más decidida y un incremento de la financiación de los servicios sanitarios esenciales. Pero también una mayor inversión en el desarrollo de nuevos métodos diagnósticos, medicamentos y vacunas.
6. Prepararse para las epidemias
La OMS advierte de que cada año se gasta mucho más en afrontar los brotes de enfermedades, desastres naturales y emergencias sanitarias que se producen que en prepararse para ellos y tratar de prevenirlos. Eso debe cambiar más aún si se tienen en cuenta que hay enfermedades de transmisión vectorial como el dengue, la malaria, zika, chikungunya o la fiebre amarilla cuyos mosquitos transmisores se están extendiendo a nuevas áreas fruto del cambio climático.
Ante esa situación, la OMS ha elaborado ya siete pasos concretos que deben adoptar los países y las instituciones y que incluyen mayor cooperación internacional y mayor financiación.
7. Proteger a la población de los productos peligrosos
La falta de comida, la comida de baja calidad y las dietas insanas son responsables de un tercio de las enfermedades mundiales, mientras en paralelo la población de los países más ricos consume bebidas con alto contenido en azúcar, grasas saturadas, exceso de sal y padece sobrepeso y obesidad de forma creciente. A los problemas relacionados con la comida de añaden los del tabaco, que continúa en alza en buena parte de los países y al que se añaden las nuevas evidencias que se están encontrando sobre los riesgos de los cigarrillos electrónicos.
Para afrontar el reto de proteger a la población contra esta situación, la OMS celebra el compromiso de la industria de eliminar las grasas trans para 2023, pero advierte que hace falta mucho más que eso y, en materia de tabaco, pide a los gobiernos cerrar filas y fortalecer la implantación de políticas basadas en la evidencia para el control del tabaco.
8. Dar un respiro a los agotados trabajadores sanitarios
Al hablar de los trabajadores sanitarios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no suaviza la situación: la crónica falta de inversión en la formación y el empleo de los trabajadores de la salud ha aparejado la falta de garantías de un salario decente, lo que ha llevado a escasez de trabajadores sanitarios en todo el mundo. Y esto ha provocado la necesidad de 18 millones adicionales de sanitarios en el mundo en 2030, principalmente en países de bajos y medios ingresos, incluidas 9 millones de enfermeras y matronas.
Resolver este grave problema implica fundamentalmente, invertir más en educación y estimular a los países a nuevas inversiones en la formación de trabajadores sanitarios y el el pago de salarios decentes.
9. Mantener a los adolescentes seguros
Ser adolescente es ya un factor de riesgo. Más de un millón de jóvenes de 10 a 19 años mueren cada año por accidentes de tráfico, VIH, suicidio, enfermedades respiratorias y violencia. El consumo de alcohol excesivo, el tabaco y el uso de drogas, sumado al sedentarismo, las relaciones sexuales sin protección y el maltrato infantil están incrementando el riesgo de muerte prematura del colectivo de adolescentes y debe actuarse específicamente sobre ellos.
En 2020, la OMS lanzará una nueva guía para orientar a los decisores políticos, trabajadores sanitarios y educadores sobre cómo ayudar a los adolescentes con medidas que tienen mucho que ver con mejorar su salud mental, prevenir el uso de drogas, la violencia y las enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
10. Ganar la confianza de la población.
La desinformación en las redes sociales y la erosión de la confianza en las instituciones públicas está haciendo mella y quedando patente en movimientos como los antivacunas. La OMS dice estar ya trabajando con redes como Facebook o Pinterest para garantizar que sus algoritmos devuelven respuestas veraces seguras sobre temas como las vacunas o asuntos de salud pública. Con todo, pide autorreflexión a la comunidad científica y a los responsables de la salud pública: “debemos hacer un mejor trabajo escuchando a la comunidad a la que servimos”, reflexiona el organismo sanitario mundial. Además, habrá que invertir más también en sistemas de información de salud pública.
11. Evitar que las nuevas tecnologías puedan ser dañinas.
La OMS reconoce el avance revolucionario que en la prevención, diagnóstico y tratamiento implican las nuevas tecnologías. Pero pide una mayor reflexión sobre sus consideraciones éticas y sociales y afrontar de forma decidida su vigilancia y regulación. Haciendo expresa referencia a cuestiones como la edición genética o la inteligencia artificial aplicada a la salud, la OMS afirma que “sin un conocimiento más profundo de las implicaciones éticas y sociales, estas tecnologías, que tienen la capacidad de crear nuevos organismos, podrían acabar dañando a la población a la que intentan ayudar”.
12.- Proteger los medicamentos que nos protegen
Las resistencias bacterianas amenazan con llevar a la medicina moderna décadas atrás hasta la era preantibiótica, cuando someterse a una cirugía de rutina era semejante a ruleta rusa. Esta década debe afrontar de forma decidida el problema de las resistencias a los antibióticos en paralelo a una acción para el desarrollo de nuevos antibióticos.
13. Mantener nuestra sanidad limpia
Una de cada cuatro instalaciones sanitarias mundiales carece de los servicios básicos de agua, incrementando el riesgo de infección para pacientes y trabajadores sanitarios. El reto es todavía conseguir servicios básicos de agua en todas las instalaciones sanitarias en 2030.
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